La Fundación Araguaney-Puente de Culturas, la Secretaría Xeral de Política Lingüística y Teófilo Edicións publican en castellano y gallego “El profeta” y “El jardín del profeta”, dos obras del siglo XX del escritor libanés Gibran Khalil Gibran

Ghaleb Jaber Ibrahim, presidente de honor de la Fundación y autor del prólogo: “Conocer su obra no es solo un lujo y un placer para los sentidos y la mente, sino un regalo de tolerancia y paz, un legado de amor constructivo en el que todos debemos encontrar espejo” 

La Fundación Araguaney-Puente de Culturas, la Secretaría Xeral de Política Ligüística y Teófilo Edicións presentaron esta tarde la publicación en castellano y gallego de los poemarios del escritor libanés Gibran Khalil Gibran (Bisharri, Líbano. 1883 –Nueva York, 1931), “El profeta” y “El jardín del profeta”. Se trata de dos obras fundamentales del siglo XX, compuestas por breves y trascendentales ensayos poéticos sobre la condición humana que han sido traducidas a multitud de lenguas. La coedición en castellano corresponde a la Fundación y Teófilo, mientras que la gallega es de la Secretaría Xeral de Política Lingüística de la Xunta de Galicia y Teófilo Edicións.

El acto, que se celebró en la Capilla Real del Hostal de los Reyes Católicos en Santiago, contó con la asistencia del presidente de honor de la Fundación Araguaney-Puente de Culturas, Ghaleb Jaber Ibrahim; el director de Teófilo Comunicación, José Luis Teófilo; y el secretario Xeral de Política Lingüística, Valentín García.

El prólogo de la publicación está escrito por Ghaleb Jaber Ibrahim, hombre apasionado de la obra de Gibran e impulsor de la idea de sendas traducciones. “Gibran y sus versos, sus dibujos y reflexiones me han acompañado en mi camino, ayudándome a no olvidar que la libertad tiene una dimensión tan global como plausible, a la que no debemos ni podemos renunciar, porque es, en sí misma, un objetivo vital y prioritario” –confesó Jaber Ibrahim–. Con estas palabras, el presidente de honor de la Fundación describe los complicados inicios del poeta, que tras luchar contra la tiranía de un padre déspota y la barbarie vivida en su país, viaja a Estados Unidos donde “sufrió su pena en soledad”, agudizada con la muerte de su madre y sus hermanas durante el exilio.

Pero ante la adversidad, Ghaleb Jaber relata que Gibran se supera y completa su formación literaria en lenguas árabes y occidental en Beirut, Nueva York y París, “aunque su palabra, su estilo, su buen hacer y sensibilidad, iban más allá de una influencia única, uniendo a Mustafá (Mohammad) y a Jesús en un solo mensaje, una única voz contra la injusticia”. A su muerte en 1931, el pequeño pueblo que lo vio nacer, hace un reconocimiento a su obra y persona.

“Conocer la obra de Gibran Khalil Gibran no es solo un lujo y un placer para los sentidos y la mente, sino un regalo de tolerancia y paz, un legado de amor constructivo en el que todos debemos encontrar espejo” –escribe Jaber Ibrahim, que en su relato recuerda también cómo su abuelo le decía que Gibran vive en la memoria de cientos de millones de seres que lo han leído, en cualquier idioma, porque su mensaje ha sido traducido a casi todas las lenguas vehiculares. “Hoy, volver a leerlo, es la dádiva y el justo reconocimiento por habernos dejado un legado de serenidad, voluntad, valentía, cordialidad, lucha y amor. Tanto amor, qué necesario en los tiempos convulsos y cobardes que imperan…” –concluye en su prólogo Jaber Ibrahim–. 

Reflexión acerca de la vida

En su libro “El profeta”, de 1923, Gibran Khalil Gibran trata de impulsar al lector a cambiar su forma de vida basándose principalmente en llevarla de una forma equilibrada con respecto a la divinidad y la paz interior. Para Gibran, los obstáculos y vicisitudes del mundo son solo pruebas que permiten al ser humano evolucionar y avanzar por el camino hacia la purificación, demostrando que el mundo será mejor cuando los seres humanos sean capaces de acercarse y convivir.

El libro narra la historia de un profeta llamado Al-mustafá que, ocho años antes de su muerte, abandona el pueblo donde vivió y antes de irse las personas le piden que hable de ciertos temas, cada uno de los cuales forma un capítulo, sumando un total de veintiséis: el amor, el matrimonio, los niños, el dar, el comer y beber, el trabajo, la alegría y el dolor, las casas, el vestir, el comprar y el vender, el crimen y el castigo, las leyes, la libertad, la razón y la pasión, el dolor, el conocimiento, el enseñar, la amistad, el hablar, el tiempo, lo bueno y lo malo, la oración, el placer, la belleza, la religión, y la muerte. En cada capítulo se relata cómo llevar de una manera más positiva cada aspecto de la vida humana, con el fin de superar la mediocridad en que vive la sociedad y aprender a ser más solidarios y dedicados. Y este poemario tuvo su continuación con “El jardín del profeta”, cuando Al-mustafá, junto con sus discípulos, decide encaminarse hacia las alturas y, una vez allí, dejarse llevar por la neblina. En definitiva, “El jardín del profeta”, obra póstuma publicada en 1933, se concentra en las relaciones del ser humano con la naturaleza y es la segunda parte de una trilogía cuya pieza final el autor no llegó a escribir.

Kahlil Gibran nació en 1883 en Bisharri, en el Líbano, y falleció en Nueva York en 1931. Fue poeta, novelista, pintor y filósofo, uno de los mayores representantes del arte del mundo árabe, aunque muchas de sus obras fueron escritas en inglés, pues vivió más de veinte años en Estados Unidos. Escribió poesía y novelas críticas costumbristas, como “Espíritus rebeldes”, de 1908. En 1911 publicó “Alas rotas”, en lengua árabe. Sus obras han sido traducidas a varios idiomas y algunas ediciones de poesías se editaron con las ilustraciones realizadas por el autor.