Cerca de un millón de personas sufren Baja Visión en España y Galicia es la cuarta comunidad autónoma con mayor prevalencia de discapacidad visual

Adrián Pérez, optometrista: “Se han elaborado programas de rehabilitación para aprovechar al máximo el resto visual del paciente, a través  de ayudas tecnológicas y entrenamientos específicos para instruir en una nueva forma de ver” 

El Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia muestra su satisfacción por el desarrollo de las jornadas, “una formación fundamental y casi obligatoria para ofrecer un mejor servicio de atención visual a la población” 

El Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia ha celebrado hoy en Santiago la segunda sesión de las Jornadas de Optometría, centrándose en temas de optometría socialmente importantes como son el paciente geriátrico o la Baja Visión.

El presidente del Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia, Eduardo Eiroa, expresó su satisfacción con el buen desarrollo de las jornadas en base a las impresiones manifestadas por los asistentes. Explicó que el programa se diseñó ajustado a la programación continuada que ejecuta el Colegio a lo largo del año y según la demanda formativa de los ópticos-optometristas, centrando las conferencias en la salud visual de grupos de población concretos, como son el colectivo infantil y juvenil en edad escolar y universitaria, y también el paciente geriátrico.

En cuanto a las expectativas futuras, Eiroa aseguró que el Colegio continuará trabajando para organizar en 2019 las III Jornadas de Optometría y poder así atender las demandas del colectivo. “La formación en profesionales sanitarios es fundamental y casi obligatoria para ofrecer un mejor servicio de atención visual a la población” –indicó–. 

El optometrista gallego Adrián Pérez Baladrón ofreció una conferencia enfocada a la rehabilitación visual en un paciente con degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Sugún explicó, la Baja Visión es la condición visual que padece una persona con una reducción importante de su visión, que no mejora utilizando la adecuada corrección con gafas convencionales, lentes de contacto e incluso acertados tratamientos médicos o quirúrgicos, incapacitando al paciente para la realización normal de las tareas de la vida cotidiana y mermando en gran medida su estado anímico y autonomía.

Pérez Baladrón señaló que, con el aumento de la esperanza de vida de las últimas décadas, la prevalencia de patologías visuales que derivan en Baja Visión han ido incrementando, siendo la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) unas de las principales patologías, aunque también destacan la retinopatía diabética, la retinosis pigmentaria, el glaucoma o miopía magna. “Todavía no existen tratamientos definitivos para estas patologías y los existentes solo son efectivos para frenar la evolución en algunos casos, pero no para su curación” –matizó–.

Además, comentó que los principales síntomas de los pacientes con DMAE  se centran en las actividades que requieren visión de detalles, puesto que la mácula —zona donde se concentra el mayor número de conos (responsables de la visión nítida de las imágenes pequeñas)— está dañada. Así pues, tendrán problemas para leer los tamaños habituales de letra, escribir, coser y todas las actividades manuales, reconocer caras, ver la televisión y leer los paneles informativos, nombres de calles, rótulos, números de autobuses, etc. La visión de los colores puede estar alterada. Por el contrario al mantener la visión periférica no adoptan tener problemas al desplazarse aunque depende del grado de la pérdida y la psicología del paciente” –destacó–.

En su análisis de un caso clínico, Adrián Pérez explicó que el paciente, gracias a un proceso personal e individualizado en función de sus objetivos, logró recuperar el hábito de lectura, ver la televisión, reconocer rostros y estar cómodo frente a deslumbramientos. Para alcanzar estos objetivos se emplearon ayudas ópticas especiales y específicas y se desarrolló una visión excéntrica (entrenar una zona de retina ajena al daño para que actúe como centro de visión) para mejorar la capacidad visual del paciente.

El aumento de la población con discapacidad visual en países europeos y en EEUU produce un aumento de la demanda de servicios y ayudas de Baja Visión. Por ello, el optometrista apuntó que desde las unidades de Baja Visión se lucha para que las personas puedan recuperar sus actividades cotidianas y hobbies, que por su pérdida visual han tenido que abandonar. “Se han elaborado programas de rehabilitación en los que se pretende aprovechar al máximo el resto visual del paciente, a través  de ayudas ópticas, no ópticas y los últimos avances en tecnología además de entrenamientos específicos para instruir al paciente en una nueva forma de ver” –aseguró–. Dentro de las ayudas visuales especiales más prescritas en Baja Visión destacó las lupas, lupas TV, microscopios, telescopios, telemicroscopios y filtros de absorción selectiva. 

Los factores de riesgo asociados a la discapacidad visual son la edad elevada, ser mujer y la condición socioeconómica

Según datos de 2014 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 285 millones de personas padecen algún tipo de discapacidad visual, de las cuales 39 millones son ciegas. Por regiones, la zona con mayor prevalencia de ceguera es el Sureste Asiático (11 millones), seguida del Oeste Pacífico (9) y África (6), ya que el 87% de la población con algún tipo de discapacidad visual se encuentran en países en vías de desarrollo.

Según la OMS, los factores de riesgo asociados a causas de discapacidad visual en el mundo sería la edad, ya que la mayoría de las patologías tienen lugar en personas mayores, el género, ya que las mujeres tienen mayor riesgo de padecer una pérdida severa de visión, quizás, en parte, por su mayor esperanza de vida, y la condición socioeconómica.

España sigue la línea de Europa occidental. El mayor factor de riesgo es el envejecimiento de la población que, junto al aumento de la tasa de diabetes, lleva a una mayor prevalencia de ceguera. Adrián Pérez manifestó que actualmente se estima que sobre un millón de personas sufren alguna discapacidad visual en España, de las cuales 920.900 presentan Baja Visión y 58.300 ceguera. La prevalencia en España de discapacidad visual se sitúa en un 2,14% de la población. Entre las patologías más predominantes en el país, se encuentran la retinosis pigmentaria (25%), DMAE (31%), Miopía magna (23%), retinopatía diabética (16%) y glaucoma (6%). Y las comunidades autónomas con mayor prevalencia de discapacidad visual son Extremadura (3,59%), Castilla la Mancha (3,20%), Castilla León (2,93%) y Galicia (2,76%). 

Un 25% de las personas mayores de 65 años y un 50% de los mayores de 80 años pueden sufrir riesgo de caídas a causa de la mala visión

Por otra parte, el doctor en Optometría Andrés Gené habló en las jornadas sobre la valoración visual en el paciente geriático. El especialista comentó que debido al evidente envejecimiento de la población se hace necesario preparar adecuadamente a los ópticos-optometristas, actualizándoles conocimientos que les permitan obtener soluciones para hacer un buen examen visual geriátrico y optimizar las capacidades visuales.

Andrés Gené explicó una de las causas principales del riesgo de caídas en personas mayores (25% de probabilidad de caída en mayores de 65 años y un 50% en los mayores de 80 años) es la mala visión. El determinar la salud del sistema visual constituye uno de los aspectos importantes en un reconocimiento optométrico geriátrico. “Los hallazgos más comunes en los exámenes oculares son los defectos de refracción, siendo las principales patologías oculares las cataratas, el glaucoma, la maculopatía senil, y la retinopatía diabética, que pueden ser causas de ceguera ocular” –indicó–.

Para dificultar la aparición de estos problemas visuales en las personas mayores, Gené señaló que es primordial la “prevención y la detección precoz” para poder instaurar cuanto antes el tratamiento, lo cual minimizará la evolución de la enfermedad. Manifestó que es absolutamente necesario que los optmetristas, en su labor de atención primaria, presten una atención “esmerada y detallada” para conseguir un manejo apropiado del paciente geriátrico, ya que es “el profesional más prevalente en este nivel asistencial al que acuden como referencia en primer lugar los pacientes”.