El frío y la humedad de Galicia aumentan el riesgo de sufrir este trastorno vascular
Borja Pérez, presidente: “Pueden manifestarse espontáneamente con una coloración rojo violácea e hinchazón que produce picor y dolor en los pies”
Con el frío, viento y la humedad del invierno la piel se enfrenta cada año a una importante deshidratación y a un envejecimiento que se acelera con las bajas temperaturas. Los contrastes entre humedad y temperatura ambiental se acentúan considerablemente en esta época del año y contribuyen al deterioro de los pies. El Colexio de Podólogos de Galicia recomienda a la población evitar el calor de fuentes directas como las estufas o bolsas de agua caliente, mantener los pies secos, mover las piernas para estimular la circulación, activar la circulación en los pies con baños de contraste con agua fría y caliente, y frotarlos con una crema que permita mantenerlos calientes e hidratados.
En zonas como Galicia, con un clima frío y una humedad alta, el riesgo de sabañones es mayor. Uno de los colectivos más afectados en invierno son las personas mayores, con más problemas de circulación y vulnerables a los cambios de temperatura. El Colexio de Podólogos de Galicia les aconseja evitar los cambios bruscos de temperatura, ya que el paso del calor de la calefacción al frío de la calle puede dañar la piel y provocar la aparición de sabañones. Es uno de los trastornos vasculares que surgen por culpa del frío intenso, además de lesiones inflamatorias que aparecen como una reacción anormal a las bajas temperaturas. “Los sabañones pueden manifestarse espontáneamente con una coloración rojo violácea e hinchazón que produce picor y dolor y, en casos más severos, pueden formarse ampollas o úlceras en los pies” –explica el presidente del Colexio, Borja Pérez Serrrano–. Además, estas alteraciones pueden empeorar cuando el paciente sufre otras patologías como juanetes, dedos en martillas u otras deformidades.
En caso de que la sensación de baja temperatura no desaparezca de los pies, los podólogos señalan que esta circunstancia puede indicar patologías de carácter neurológico como una neuropatía diabética o falta de sensibilidad en los pies; el fenómeno de Raynaud, en el que las arterias de los dedos de los pies reaccionan exageradamente a las diferentes temperaturas; lupus, arterioesclerosis o incluso fibromialgia, anemia, problemas de circulación sanguínea o hipotiroidismo.